Algunos predicadores de distintas religiones hacen ofertas de felicidad en esta vida: paz, equilibrio, energía, prosperidad, felicidad, y muchas cosas más. Pero en realidad la propuesta del seguimiento de Jesús no es exactamente así. Sin duda se lograrán muchas cosas en lo personal, pero es un camino por recorrer, con momentos de todo tipo, con alegrías y tristezas, altos y bajos, momentos buenos, momentos malos.
En cierta ocasión, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. Alguien le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán?» Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta angosta» (Lucas 13, 22-34). Ya nos está diciendo que no es fácil. Pero hay una palabra clave: ESFUERCENSE!!!
También nos lo recuerda Pedro en su 2da carta: «Con una esperanza así, queridos hermanos, esfuércense para que Dios los encuentre en su paz, sin mancha ni culpa.» (2 Pedro 3, 14).
Cuando se leen los Evangelios pareciera que Jesús nos pide imposibles para poder entrar al cielo:
Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.» Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda. Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.
Mateo 5, 38-48
Dios sabe bien que jamás podremos llegar a tal grado de perfección, y por eso sólo nos dice
ESFUERCENSE.
Los 10 mandamientos
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: “Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos”. El replicó: “¿Cuáles?” Jesús le dijo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo”. Le dijo entonces el joven: “Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?” Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Mateo 19, 16-22
Qué son los 10 Mandamientos?
Hace unos 3500 años vivió un personaje del Antiguo Testamento llamado Moisés, quien fue escogido por Dios para liberar al pueblo judío de los egipcios, y llevarlo a la Tierra Prometida (hoy, Israel). Moisés recibió de Dios los preceptos fundamentales que debían cumplir, y es lo que hoy conocemos como «Los 10 Mandamientos» (o el Decálogo):
- Amarás a Dios sobre todas las cosas.
- No tomará el nombre del Señor tu Dios en vano.
- Santificarás las fiestas.
- Honrarás a tu padre y a tu madre.
- No matarás.
- No cometerás actos impuros.
- No robarás.
- No darás falso testimonio ni mentirás.
- No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
- No codiciarás los bienes ajenos.
Quizá algunos piensen que se tratan de preceptos obsoletos, pero dos comentarios de Jesús nos permiten entender mejor su alcance y vigencia:
Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.»
Mateo 22, 34-40
No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo. En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice.
Mateo 5, 17-18
Ser como Cristo
En nuestro paso por esta vida hay algunas facetas de Jesús que particularmente podemos seguir su ejemplo, y no se trata de cosas imposibles:
1. Jesús hombre de oración
En diversos pasajes se nos habla de Jesús en oración:
- Buscaba siempre lugares solitarios donde orar. (Lucas 5, 16).
- Un día Jesús se había apartado un poco para orar (Lucas 9, 18).
- Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. (Lucas 11, 1).
- En el huerto de los olivos, Jesús estaba con sus discípulos, “se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba” (Lucas 22, 41).
Pero el mayor testimonio de la constante oración de Jesús, es cuando se encuentra crucificado; Jesús empieza a recitar el Salmo 22: «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado»… En el peor momento de su pasión nos da un ejemplo a seguir: cuando pareciera que todo está perdido y que no hay salida, ora a Dios con el corazón.
Jesús oraba en todo momento.
2. Jesús, lee la Biblia
En varios textos, Jesús nos da a entender que El mismo era un asiduo lector de la Palabra de Dios.
Después de pasar 40 días en el desierto, ocurre el episodia de las tentaciones:
Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. En todo ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan.»
Lucas 4, 1-13
Lo llevó después el diablo a un lugar más alto, le mostró en un instante todas las naciones del mundo y le dijo: «Te daré poder sobre estos pueblos, y sus riquezas serán tuyas, porque me las han entregado a mí y yo las doy a quien quiero. Si te arrodillas y me adoras, todo será tuyo.» Jesús le replicó: «La Escritura dice: Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás.»
A continuación el diablo lo llevó a Jerusalén y lo puso en la muralla más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues dice la Escritura: Dios ordenará a sus ángeles que te protejan; y también: Ellos te llevarán en sus manos, para que tu pie no tropiece en ninguna piedra.» Jesús le replicó: «También dice la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios.»
Jesús respondió siempre con la Palabra de Dios.
Cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mateo 22, 36); Jesús citaba el texto del Deuteronomio (cap 6, v 5). Era un profundo conocedor de la Biblia porque la había leído y meditado.
Jesús también explicaba las Escrituras (la Biblia) a sus discípulos (Lucas 24, 27).
Jesús leía la Biblia.
3. Jesús, hombre religioso y de culto
Jesús asistía al culto en el templo; hoy diríamos, a la misa en la Iglesia: «el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre» (Lucas 4, 16). Otros textos también nos habla de Jesús en el templo (Mateo 21, 12).
Cuando estaba próxima su pasión, los judía celebraban por esos días la Pascua (como decir hoy en día la Semana Santa). Jesús le dijo a sus discípulos: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.» (Mateo 26, 18).
Jesús respetaba y celebraba las fiestas religiosas.
4. Jesús, pasó haciendo el bien
Pedro resume con esas palabras la vida de Jesús: «pasó haciendo el bien» (Hechos 10, 38). Si lo vemos así, de lo que se trata es de tratar de ser buena persona, tratar de hacer favores cuando nos lo pidan, tratar de estar disponibles para cuando nos necesiten, tratar de no hacer ni desear mal a nadie.
Jesús era buena gente.
5. Jesús ama y perdona
En cierta ocasión le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante, y El les dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas (la Bibilia) se fundamentan en estos dos mandamientos.» (Mateo 22,37-38 y Deuteronomio 6,5-6).
Y con el amor viene el perdón. Jesús perdonaba sin cesar y nos exige perdonar. Nos lo dice en el «Padre nuestro»: perdona nuestra ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Y Jesús explícitamente lo pidió:
Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.»
Mateo 18, 21-35
El que no perdonó a su compañero
«Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados, y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo. El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda.
Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.» El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda.
Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor. Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?» Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Y Jesús añadió: «Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.»
En conclusión:
La FE no es creer y admitir intelectualmente la existencia de Dios,
ni tampoco se trata de solo cumplir ritos y preceptos ajenos a la vida,
sino estar ENAMORADO de Dios y cultivar con El una relación de amor.
Nuestra meta
Es importante es que tengamos claro que nuestra meta no está en esta vida, sino en la siguiente. Estas palabras de Jesús, cuando estaba siendo juzgado, son especialmente iluminadoras:
Jesús contestó: «Mi realeza no procede de este mundo. Si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá.»
Juan 18, 36
Su proyecto de salvación «no es de acá». Su promesa fundamental no es para esta vida, es para la próxima.
Puedo segurar que la vida vivida a la luz de la fe está llena de sentido. No es una vida regida por el azar, sino pareciera seguir un plan. Y entonces tienen significado las palabras de Jesús:
Por eso yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves? ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? Y ¿por qué se preocupan tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen. Pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como una de ellas. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes?
Mateo 6, 25-30
No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno. ¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están todos contados. ¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no tengan miedo.
Mateo 10, 28-30
De modo que nuestras vidas no están a la suerte, sino que «hasta nuestros cabellos estan todos contados».
Pongamos nuestra mirada más allá de esta vida, superando cualquier obstáculo como quien compite para alcanzar un premio:. Decía San Pablo en sus cartas:
No creo haber conseguido ya la meta ni me considero un «perfecto», sino que prosigo mi carrera para conquistarla, como ya he sido conquistado por Cristo. No, hermanos, yo no me creo todavía calificado, pero para mí ahora sólo vale lo que está adelante; y olvidando lo que dejé atrás, corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la vocación celestial, que es llamada de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3, 12-14
Soporta las dificultades como un buen soldado de Cristo Jesús. El que se alista en el ejército trata de complacer al que lo contrató, y no se mete en negocios civiles. El atleta no será premiado si no ha competido según el reglamento. Al agricultor que trabaja duro le corresponden en primer lugar los frutos de la cosecha. Entiende lo que quiero decirte; seguramente el Señor hará que lo comprendas todo.
2 Timoteo 2, 3-7
El camino de la cruz
La vida cristiana está llena de momentos de paz, momentos alegres, momentos felices. Pero también tiene momentos de prueba. Dice San Pedro «así como el oro se purifica con el fuego, así la fe con el sufrimiento» (1ra Pedro 1,7). También lo dice el libro de la Sabiduría:
Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento. A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue considerada una desgracia y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz. A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba colmada de inmortalidad. Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto. Por eso brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los rastrojos. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre. Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.
Sabiduría 3, 1-9
La fidelidad a Dios
Muy por encima de nuestra conducta, Dios pide nuestro corazón, y con el, nuestra fidelidad. Dios es celoso!!! Pero celoso en qué sentido? Veamos un par de textos de la Biblia:
No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso.
Exodo 29, 5
Despertaron sus celos con dioses ajenos, lo irritaron con sus ídolos.
Deuteronomio 32, 16
Dios nos pide NO mezclar la fe con otras cosas, con otras creencias, con otras deidades, con otros apegos espirituales. No se debe pretender tener fe en Jesús, y al mismo tiempo tener otras prácticas espirituales ajenas a la fe, como por ejemplo:
- técnicas de meditación para conectar con la energía cósmica,
- consultar a adivinos y la esotería para conocer nuestro futuro, u otras prácticas religiosas vinculadas al espiritismo, la santería, el vudú o similares,
- el uso de amuletos, piedras energéticas o similares,
- adoptar la actitud «positiva» de que todo cuanto decrete en mi mente se cumplirá, poniendo toda la fe en unos mismo,
- rituales para traer la bienestar, como por ejemplo el «espíritu de la navidad»,
- celebraciones como «halloween»,
- supersticiones de cualquier índole,
No todo lo que parezca espiritual es bueno. Los Apóstoles Juan y Pablo nos advierten:
Queridos míos, no se fíen de cualquier inspiración. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios, porque andan por el mundo muchos falsos profetas.
1 Juan 4, 1
No participes en conversaciones inútiles y extrañas a la fe, que solamente hacen progresar la impiedad. Son doctrinas que se propagan como la gangrena.
2 Timoteo 2, 16-17
Dios nos pide confiar total y absolutamente en El:
¡Bendito el que confía en Yavé, y que en él pone su esperanza!
Jeremías 17, 7
Confía en el Señor con todo el corazón, y no te fíes de tu propia sabiduría. En cualquiera cosa que hagas, tenlo presente: él aplanará tus caminos.
Proverbios 3, 5
Pero el amor de Dios es tan inmenso, que aunque nos cueste ser fieles, Dios siempre permanecerá fiel a nosotros:
Si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede desmentirse a sí mismo.
2 Timoteo 2, 13
Nunca, pero nunca, olvides esto:
Dios no busca un corazón perfecto, sino un corazón dispuesto.
