8. Celebrando la Fe

El tercer mandamiento nos pide santificar las fiestas, es decir, participar en las celebraciones religiosas y de culto. Jesús dio ejemplo de ser asiduo al culto religioso en el templo, además de la oración individual. Los apóstoles y las primeras comunidades cristianas se reunían para celebrar la eucaristía. La celebración comunitaria de la Fe es parte esencial de los cristianos católicos.

La liturgia o celebración cultual de los cristianos es la cumbre y fuente de la actividad de la Iglesia, y esta gira fundamentalmente en torno a los siete sacramentos. Pero la columna vertebral de la vida cristiana es la celebración eucarística, la Santa Misa.

Eucaristía significa acción de gracias. Dice la Didache : «En el día del Señor reúnanse y partan el pan, y den gracias, después de haber confesado sus pecados, a fin de que su sacrificio sea puro» (14#1).

Si bien en la Misa celebramos un único acontecimiento, el sacrificio de Cristo, la liturgia nos ofrece variedad en cada celebración, pero solo la aprecia quien sabe en qué consiste y de verdad se involucra en ella.

La Santa Misa.

La celebración de la Misa representa la mayor celebración de la fe cristiana. Jesús la instituyó en la última cena:

Mateo 26, 26-28: Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados.  Marcos 14, 22-24: Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomen, esto es mi cuerpo.» Tomó luego una copa, y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos.  Lucas 22, 19-20: Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes. (Hagan esto en memoria mía.» Hizo lo mismo con la copa después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes»).

Luego de resucitar cuando se encuentra con los discípulos camino de Emaús, ellos no lo reconocieron al principio, pero Jesús se sentó con ellos a comer, “y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (Lucas, 24, 30-31).

En una ocasión, Jesús le había dicho a sus discípulos: donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos. (Mateo 18, 20). Por eso el deseo y la necesidad de reunirse continuamente en su nombre. Por eso, al comenzar nuestra celebraciones invocamos su presencia diciendo “En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

El Evangelio de Juan no narra la última cena. Para cuando Juan escribe su Evangelio ya habrían pasado unos 60 años desde la resurrección de Jesús y ya la Iglesia estaba organizándose, ya había adoptado costumbres, ya las comunidades acostumbraban celebrar la Fracción del Pan, que después sería llamada Acción de Gracias:

  • Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones (Hechos 2, 42).
  • El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan (Hechos 20, 7).

En San Pablo era un tema recurrente la acción de gracias en el contexto de la oración:

  • Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía.» Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. (1ra Corintios 11, 23-26).
  • Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad (1ra Timoteo 2, 1).
  • En todo momento oramos por ustedes y damos gracias a Dios, Padre de Cristo Jesús, nuestro Señor (Colosenses 1, 3).
  • Debemos dar gracias a Dios en todo tiempo por ustedes, hermanos (2da Tesalonicenses, 1,3).
  • Por lo que no dejo de dar gracias a Dios y de recordarlos en mis oraciones (Efesios 1, 16).
  • Doy gracias a Dios, a quien sirvo con conciencia limpia como mis antepasados, cuando constantemente te recuerdo en mis oraciones noche y día. (2da Timoteo 1, 3).

Por eso Juan dedica el capítulo 6 de su Evangelio a profundizar el significado del Pan de Vida.

¿Qué se hace en la Misa?

La Misa es una oración dirigida a Dios Padre. En toda la Misa pedimos al Padre por la mediación o intercesión de su Hijo Jesucristo.

En la Misa no somos simples espectadores, no estamos para «oír» simplemente, sino que junto a la oración del sacerdote también está la oración de todos los bautizados que participamos conscientemente en la celebración. Es más o menos como cuando en una asamblea de trabajadores, uno de los trabajadores dirige unas palabras al patrono en nombre de todos sus compañeros, pero todos ellos se hacen uno con su dirigente en sus palabras. Del mismo modo el sacerdote preside la oración pero todos participamos de ella por el sacerdocio común de los fieles que nos fue otorgado por el bautismo.

Lo más importante a tener en cuenta en la Misa es que las oraciones no deben decirse al aire, como quien habla con una pared, sino que deben recitarse desde el corazón, como quien habla con alguien, concentrado en cada palabra que pronuncian los labios, porque estamos hablando nada más y nada menos que con el mismo Dios.

La misa tiene 4 partes. El sitio web Misas.org los describe bastante bien:

Ritos iniciales:

Recordando la promesa de Jesús, «donde haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18, 20), se comienza invocando la presencia de Dios: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. En este momento ocurre el primer milagro: Jesucristo se hace presente!!!

Luego en el Acto penitencial nos reconocemos pecadores delante de Dios, y rezamos:

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.

Luego el sacerdote da la absolución a las falta leves.

Si es Domingo, o en alguna fiesta importante de la Iglesia, se reza el Gloria, una hermosísima oración de alabanza a Dios:

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que amas Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

Los ritos iniciales concluyen con una oración del sacerdote: «Oremos…». Estas oraciones varían en cada Misa. Es importante tener presente que en las oraciones que reza el sacerdote, hay que escucharlas con atención y sentir que el sacerdote está pronunciándoles en nombre de todos, como cuando en una asamblea escogemos a alguien que hable en nombre de los presentes.

Liturgia de la Palabra:

En esta parte se leen unos textos de la Biblia. En la Misa del Domingo o en las fiestas de la Iglesia, se leen 4 textos: 1ra Lectura, tomada del Antiguo Testamento, un Salmo o cántico bíblico, 2da Lectura, tomada del Nuevo Testamento, y el Evangelio, tomado de uno de los cuatro Evangelios. En las Misas entre semana (lunes a sábado), son solo la 1ra lectura (bien sea del AT o del NT), el Salmo y el Evangelio.

Las lecturas de cada Misa están en unos libros llamados «Leccionarios». Aunque hay nueve leccionarios, podemos dividirlos en tres tipos:
1. Lecturas dominicales y de fiestas del Señor, que se distribuyen en tres años, en los llamados ciclos A, B y C. En el ciclo A se lee principalmente el Evangelio de San Mateo, en el B el de San Marcos y en el , San Lucas. San Juan se lee intercalado.
2. Lecturas entre semana, que se dividen en dos años: año par e impar.
3. Lecturas para ferias de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, Misas votivas, fiestas de santos, etc.

Quien asista a Misa todos los Domingos durante 3 años seguidos, puede decir que ha leído (o escuchado) casi todo el Nuevo Testamento y buena parte del Antiguo.

Luego el sacerdote comenta las lectura (homilía). Más allá de lo que el sacerdote pueda predicar, es importante que cada quien piense sobre lo que Dios le dice a uno mismo con las lecturas. El sacerdote da una explicación general, pero Dios también habla en el corazón de cada persona a través de su Palabra.

Terminada la predicación del sacerdote, sigue la profesión de Fe y se recita el Credo. Hay dos versiones o fórmulas: el Credo de los Apóstoles y el Credo Niceno-Constantinopolitano.

El Credo o Símbolo de los Apóstoles, es más corto, y se le llama así por las palabras de San Ambrosio (+ 397 DC): «Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los Apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común»:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, y subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

El «Credo largo» fue redactado en los Concilios de Nicea (325 DC) y de Constantinopla (381 DC), y de allí su nombre: niceno-constantinopolitano:

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Luego del Credo, sigue la Oración de los Fieles, donde pedimos por todas nuestras intenciones. Es muy importante tener presente a nuestros hermanos difuntos; si en verdad los amamos en vida, vamos a demostrárselo ayudándolos a superar rápido la etapa del purgatorio, y nada mejor para eso que la Santa Misa, como tantos místicos lo ha comentado.

Liturgia de la Eucaristía:

Es la parte central de la Misa, pues es cuando se transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, y tomamos la comunión. Tiene también varios segmentos o partes:

El Ofertorio es cuando se presentan las ofrendas (pan y vino) en el altar, y el sacerdote ora sobre ellas, e invita a los fieles a orar con el:

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

Los fieles responden:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Luego viene el Prefacio, es una hermosa oración de acción de gracias. Comienza así:

sacerdote: El Señor esté con ustedes.
fieles: y con tu espíritu.
sacerdote: levantemos el corazón.
fieles: lo tenemos levantado hacia el Señor.
sacerdote: demos gracias al Señor nuestro Dios.
fieles: es justo y necesario
sacerdote: en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre Santo, Dios Todopoderoso y Eterno… y el sacerdote continua agradeciendo por distintos motivos: la vida, la creación, la redención, el motivo de alguna festividad en particular, etc.

El Prefacio concluye invitando a alabar a Dios con el canto de los ángeles: el Santo.

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Hosanna en el cielo

Luego siguen la Plegaria Eucarística. En el Misal hay cuatro plegarias principales, pero hay otras como la de misa de niños o otras misas por intenciones diversas.

En estos enlaces puedes ver los textos de cada Plegaria:

Las plegarias están constituidas por elementos diferenciados:

Epíclesis, en el momento que el sacerdote pone sus manos sobre las ofrendas, justo antes de la consagración de las especies:

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor (Plegaria eucarística I).

Te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,
de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor (Plegaria eucarística II).

Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios (Plegaria eucarística III).

Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique, Señor, estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna (Plegaria eucarística IV).

La Consagración, cuando el sacerdote narra la institución del sacramento y el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo:

Él mismo, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación
y la de todos los hombres, tomó pan en sus santas y venerables manos,
y, elevando los ojos al cielo,
hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.

Del mismo modo, acabada la cena,
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Este es el segundo milagro.

Viene entonces la Aclamación, que tiene al menos tres fórmulas:

Sacerdote:Fieles:
Éste es el Sacramento (o el Misterio) de nuestra feAnunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Aclamad el misterio de la redenciónCada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Cristo se entregó por nosotros.Por tu cruz y resurrección
nos has salvado, Señor.

En la Anamnesis se hace un recuento de la pasión, muerte y resurrección del Señor:

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos (Plegaria eucarística I).

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo (Plegaria eucarística II).

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa (Plegaria eucarística III).

Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha (Plegaria eucarística IV).

En la Oblación, el sacerdote hace el ofrecimiento a Dios Padre del sacrificio de Cristo:

Te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo; pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec (Plegaria eucarística I).

Te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia (Plegaria eucarística II).

Te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad (Plegaria eucarística III).

Te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo. Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia (Plegaria eucarística IV).

En la oración por la Iglesia, bajo el principio de la comunión de los santos, se reza por los vivos y los difuntos, por los pastores (sacerdotes y obispos), y se pide la intercesión de los santos.

Finalmente se hace la Doxología, el sacerdote reza:

Por Cristo, con El y en El,
a ti Dios Padre Omnipotente
en la unidad del Espíritu Santo
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.


Todos respondemos: AMEN!

Con la Doxología termina la plegaria eucarística y comienza el Rito de la Comunión:

Sacerdote:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:


Todos:
Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Sacerdote:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Fieles:
Tuyo es el Reino,
tuyo el poder y la gloria
por siempre, Señor.

Sacerdote:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
«La paz les dejo, mi paz les doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados
sino la fe de tu Iglesia,
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Fieles:
Amén.

Sacerdote:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.

Fieles:
Y con tu espíritu.

Sacerdote:
Démonos fraternalmente la paz.

(se realiza el gesto del abrazo de la paz)

Todos:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Sacerdote:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Fieles:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

Sacerdote:
El Cuerpo de Cristo.

Fieles:
Amén.

(pasan los fieles a comulgar)

Luego viene la oración postcomunión.

Rito conclusivo:

La Misa concluye con la Bendición del sacerdote, y la despedida: «Pueden ir en paz» .

Si quieres conocer los textos litúrgicos, está el sitio misadiaria.blogspot.com donde encontrará todos los prefacios y plegarias eucarísticas.

El año litúrgico.

El año litúrgico es la distribución de las fiestas religiosas a lo largo del año. Se dividen en «Tiempos», que son las temporadas religiosas en el año. Cada tiempo tiene un color que le caracteriza:

El año litúrgico comienza con el primer Domingo de Adviento. El Adviento es el tiempo de preparación para la Navidad. Tras cuatro semanas de preparación, celebramos la Navidad el 25 de diciembre, el nacimiento de Jesús. Luego sigue el Tiempo de Navidad hasta el 6 de enero, fiesta de la Epifanía o manifestación del Señor, o mejor conocida como la fiesta de los reyes magos.

La Cuaresma es el tiempo de preparación para la Semana Santa, las fiestas centrales de la fe cristiana. La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén. Luego viene viene el Triduo Pascual:

  • Jueves Santo, donde celebramos la Última Cena e institución de la Eucaristía.
  • Viernes Santo, donde celebramos la Pasión y Muerte de Jesucristo.
  • Sábado Santo, en la noche, en la víspera del Domingo de Resurrección, celebramos La Pascua de la Resurrección de Jesús. Es la fiesta más importante del año litúrgico.

Los 50 días que siguen después de la Pascua se llaman Tiempo Pascual, y terminan con la fiesta de Pentecostés.

El resto se le llama Tiempo Ordinario.

Adicionalmente durante el año están las Solemnidades, Fiestas y Memorias. Las Solemnidades son las celebraciones más importantes de la Iglesia:

En las Fiestas celebramos algún misterio o título de Jesús, de su Madre María y de santos especialmente relevantes, como los apóstoles, los evangelistas, u otros según cada pais.

Las Memorias se refieren generalmente a celebraciones de los santos, que son para recordar por sus méritos y virtudes. Paras conocer la fecha en que se celebra cada santo, te recomiendo el sitio https://www.aciprensa.com/santos/.